Es fundamental comprender que la esencia de nuestra existencia, nuestras vidas y todo lo que aprendemos, radica en el entendimiento de nuestro propósito. Nos han creado con un propósito divino, como la obra maestra de un artista supremo, la corona de la creación. ¿Y cuál es ese propósito? Es para cumplir la voluntad de nuestro Creador aquí en la Tierra, lo cual solo ocurre cuando dependemos de Él.
La Biblia, en Efesios 2:10 (NTV), nos dice: "Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás." Incluso en los Salmos se menciona que antes de que existiéramos, nuestro libro de vida ya estaba escrito.
Entonces, tú y yo existimos para Él; nuestro Padre nos creó con un propósito definido: para llevar a cabo Su voluntad y Su buen plan para con nosotros. No somos accidentes, y no es sabio vivir sin considerar el propósito para el cual hemos sido creados.
Para comprender verdaderamente el concepto de arrepentimiento, necesitamos entender que fuimos creados con un propósito específico. Cuando nos desviamos de ese propósito, nos desviamos hacia un camino errado, fallamos en nuestra misión.
Por lo tanto, pecar es errar el blanco, es no cumplir el plan y propósito de Dios. El arrepentimiento surge cuando nos damos cuenta de que no hemos confiado en que tenemos un Padre amoroso que ha designado un gran destino para nosotros, y que hemos tomado un camino diferente por nuestra cuenta. Ese desvío del camino correcto es el pecado, y el arrepentimiento implica abandonar ese camino y regresar al correcto.
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Zacarías 1:4 (NTV) nos insta: "No sean como sus antepasados que no querían escuchar ni prestar atención cuando los antiguos profetas les dijeron: 'El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: "Apártense de sus malos caminos y abandonen todas sus prácticas malvadas"'. Apártense de sus malos caminos, abandonen su manera absurda de vivir y regresen a mí."
La decisión de cambiar de rumbo es totalmente nuestra. Dios ha abierto el camino, pero nosotros debemos decidir qué camino tomar, sabiendo que éste determinará nuestro destino. ¿Cuál es ese destino? Es la casa del Padre, volver a ser hijos e hijas de Dios. Sin embargo, para retomar ese camino hacia nuestro destino, necesitamos arrepentirnos, volver a Él, elegirlo mediante un acto de obediencia. El arrepentimiento es la llave que nos permite entrar de nuevo en la casa del Padre, en Su reino, y vivir conforme a Su voluntad.
Escrito por Víctor Preza, basado en la prédica del día 23 de marzo de 2024.
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