¡Saludos, amados lectores! Hoy quiero compartir con ustedes un poderoso mensaje de esperanza y restauración. El tema de hoy es: "Ya fue vencido con guante blanco".
La autoridad que tú y yo poseemos nos fue concedida a través del sacrificio de Jesús en la cruz. En ese glorioso día de victoria, Él le arrebató la autoridad al diablo en nuestro nombre. Antes de profundizar en este tema, es importante comprender cómo Lucifer obtuvo esa autoridad en primer lugar.
Lucifer logró obtener la autoridad que originalmente le pertenecía al hombre. ¿Cómo? ¿Por qué? La respuesta radica en la decisión de Adán de creer en las palabras de Satanás. Generación tras generación, los hombres siguieron repitiendo este patrón destructivo, hasta llegar a nuestros días. Resulta que estamos bajo la autoridad de aquel en quien confiamos y a quien obedecemos.
Sin embargo, tenemos una noticia asombrosa que cambiará nuestra perspectiva por completo. En el libro de Colosenses 2:14-15 (NTV), se nos revela que Jesús anuló la acusación que se levantaba en nuestra contra y la clavó en la cruz. Al hacerlo, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales, avergonzándolos públicamente al obtener una victoria total sobre ellos. ¡Qué maravillosa liberación!
Jesús siempre obedeció al Padre celestial y no al sistema corrupto del mundo ni a Satanás. Precisamente por esta razón, Satanás no pudo retenerlo en la tumba. Al no tener ningún motivo válido para acusarlo, Jesús resucitó por el poder del Espíritu Santo. Pero su victoria no se detuvo allí. Además de liberarse a sí mismo de la muerte, Jesús abrió las puertas de aquellos que habían estado encadenados desde el diluvio. Recuperó la autoridad que el hombre había perdido y, al ascender al cielo, la confió a sus discípulos.
El poder de la resurrección fue transferido a nosotros, los seguidores de Jesús, con el propósito de dar vida a otros. La autoridad que Adán entregó a Satanás fue recuperada por otro hombre: Jesús. Solo a través de otro hombre podía esta autoridad ser devuelta a la humanidad. Por lo tanto, tú y yo tenemos la autoridad.
Después del día de Pentecostés, los discípulos poseían dos elementos poderosos: la autoridad recuperada por Jesús y el poder impartido por el Espíritu Santo. El mismo poder que resucitó a Jesús vive ahora en nosotros, otorgándonos una capacidad sobrenatural.
Sin embargo, debemos entender que el poder sin autoridad es ilegal, como hemos visto en días anteriores. Como discípulos, necesitamos vivir bajo autoridad para ejercerla debidamente. Jesús vivió en perfecta sumisión al Padre, siempre declarando: "Yo hago lo que vi a mi Padre hacer, yo digo lo que escuché a mi Padre decir". Nuestro Padre celestial es el mismo, por lo tanto, debemos reflejar en la tierra lo que nuestra autoridad hace y dice en el cielo. Recordemos que Satanás ya fue vencido en la cruz por Jesús. Ahora, solo nos queda creer y vivir como Jesús vivió: en completa victoria.
Espero que este mensaje haya sido de aliento y fortaleza para sus vidas. Recuerden que tenemos una autoridad sobrenatural y un poder divino a nuestra disposición. Sigamos los pasos de nuestro Señor y vivamos en la victoria que Él nos ha otorgado.
Con amor y gratitud,
Escrito por: Víctor Preza, Basado en la prédica del día 03/06/2023.
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